La iglesia abacial de Sainte-Foy (o Santa Fe) de Conques data del siglo XI y pertenece al arte románico, destacando principalmente su tímpano con la escena del Juicio Final. Dicha iglesia, se encuentra al sur de Francia y forma parte de los Caminos de Santiago en Francia.

Nos encontramos ante la decoración escultórica del tímpano de la portada principal de la basílica de Santa Fe de Conques. La portada tiene forma de bóveda de cañón sobre columnas. Está realizada en piedra siguiendo la técnica del altorrelieve y se representa el tema del Juicio Final conformado por 124 esculturas y presidido por Cristo en Majestad como eje central de la composición, que a su vez se divide en 3 registros.

Cristo preside el conjunto dentro de una mandorla mística, de un tamaño considerablemente mayor que el resto de las esculturas que se organizan, a su derecha los bienaventurados y a su izquierda los condenados.

En la banda superior del tímpano dos ángeles tocan las trompetas anunciando el Juicio Final mientras otros portan la cruz, símbolo del sacrificio de Cristo.

En la banda intermedia se sitúan los Bienaventurados que ya se encuentran en el Cielo, presididos por la Virgen y San Pedro portando las llaves del Paraíso; mientras en el otro extremo se representan las torturas a las que los demonios someten a los condenados.

En la banda inferior, bajo una inscripción que advierte del destino de la Humanidad, aparecen los difuntos que despiertan a la vida ayudados por ángeles que levantan las lápidas y en el centro San Miguel y un demonio procediendo al pesado de las almas que determinará el destino de cada difunto. Bajo esta escena aparecen los que han salido triunfantes del juicio y entran en la Jerusalén Celestial donde les esperan los Bienaventurados en cuyo centro se encuentra Abraham mientras a la izquierda un demonio golpea con una maza a los condenados para que entren al Infierno a través de la boca de un terrible monstruo. Dentro, Satanás, representado de mayor tamaño que el resto, preside las torturas a las que son sometidos los condenados en función de los pecados por los que han sido condenados.

La temática de la obra, basada en la visión apocalíptica de San Juan, muestra el final de la Humanidad en un sentido aleccionador y moralizante tal como confirma la inscripción del dintel: “Pecadores, si no cambiáis vuestras costumbres, sabed que sufriréis un juicio temible“.

Cristo aparece representado como el Juez Supremo, ajeno a cualquier sentimiento de compasión hacia los condenados. Tiene su mano derecha alzada en actitud favorable a los Bienaventurados y la izquierda hacia abajo, rechazando a los condenados. También destaca el desproporcionado tamaño de sus manos y ojos.

El resto de las figuras de la escena parecen moverse. Muestran también las desproporciones de manos y ojos, además de la inexpresividad de sus caras, a excepción de algunos gestos de dolor de los condenados y de las risas de los demonios.

Cabe destacar el detallismo en la representación de los castigos del infierno, como el borracho que es colgado por los pies, la Avaricia ahorcada por su propia bolsa de dinero o la Lujuria en forma de mujer desnuda atada por el cuello con su amante, en un intento de impactar a los fieles que acudían a la iglesia y de aleccionarlos sobre el destino que les esperaba si no hacían caso a las enseñanzas de la Iglesia, pues sólo dentro de ella cabía la Salvación Eterna. No se busca la belleza, sino la mayor claridad posible de la escena.

El relieve estuvo policromado como se puede observar en el azul que decora la mandorla o restos de policromía en algunas de las esculturas, lo que contribuía a intensificar la expresividad de las mismas.

Por todo ello, se puede decir que es una de las obras capitales de la escultura románica no sólo por la calidad de su talla y la maestría en la composición sino también por la expresividad y dramatismo que alcanza el conjunto.